

En un mundo donde la comunicación visual trasciende idiomas y culturas, las tipografías multiscript adquieren un papel cada vez más relevante. Ese es precisamente el espíritu de La Grotesque, una tipografía que no solo destaca por su diseño funcional y contemporáneo, sino también por su capacidad de tender puentes entre dos sistemas de escritura tan distintos como el alfabeto latino y el árabe.
Diseñada con el objetivo de crear un diálogo visual coherente entre ambas escrituras, La Grotesque parte de una reinterpretación del estilo tipográfico grotesque —conocido por su simplicidad geométrica y carácter racional— para adaptarlo a un sistema multiscript. El resultado es una propuesta tipográfica que respeta las particularidades formales y culturales de cada alfabeto, sin perder la coherencia estética entre ambos.
Esta fusión tipográfica responde a una necesidad real: cada vez más proyectos gráficos, editoriales y digitales requieren soluciones multilingües que funcionen con armonía en diferentes contextos culturales. La Grotesque surge como una respuesta creativa y técnica a este desafío, abriendo nuevas posibilidades para diseñadores que trabajan en entornos multiculturales, especialmente en territorios donde conviven estas dos lenguas como Medio Oriente, el norte de África o ciertas comunidades en Europa.
Detrás de esta familia tipográfica hay un trabajo meticuloso de investigación y ajuste óptico. No se trata simplemente de “traducir” formas de una escritura a otra, sino de comprender las estructuras visuales y los ritmos propios de cada sistema. En el caso del árabe, que se caracteriza por sus ligaduras y fluidez caligráfica, el reto es aún mayor al buscar un equilibrio con el lenguaje visual más estático y modular del grotesque latino.
La Grotesque plantea preguntas interesantes: ¿cómo lograr que dos escrituras tan diferentes hablen con una misma voz visual? ¿Cómo conservar el carácter de una tipografía sin forzar las convenciones propias de otro alfabeto? Este proyecto demuestra que, lejos de ser una limitación, las diferencias entre sistemas pueden ser una fuente de innovación y riqueza gráfica.
Además de su valor técnico y formal, La Grotesque también se convierte en una herramienta de representación e inclusión, contribuyendo a visibilizar y normalizar el uso conjunto de alfabetos que muchas veces han convivido desde lo cultural, pero no desde el diseño.
Este tipo de iniciativas no solo amplían el horizonte del diseño tipográfico, sino que también invitan a una reflexión más amplia sobre el lenguaje, la diversidad y el rol del diseño en una sociedad globalizada.
La Grotesque no es solo una tipografía, sino un punto de encuentro entre culturas, escrituras y formas de pensar el diseño.